jueves, 9 de abril de 2020

Resistiré

Cada día a las ocho se rompe el silencio y se da paso a la esperanza.
Se escuchan primero los ladridos de los perros y luego le siguen las sirenas.
Vienen de fondo los gritos y aplausos de otros barrios y se abren las ventanas de mis vecinos.
En mi barrio pitan silbatos, dan aplausos, tocan cacerolas, ladran perros y, de fondo, suena la canción resistiré.
Hay días en que se me nubla la vista cuando empieza el griterío.
Y así llevamos 29 días.

domingo, 1 de marzo de 2020

No conozco a nadie

Se me hace rara, la vida, cuando miro dos segundos a mi pasado y ya no reconozco las caras que me acompañaban en la imagen. Veo cuerpos sin alma de los que no me se el nombre, y me pregunto para mi, que es lo que ha ocurrido con esa gente.
Que rara se me hace, la vida, en estos momentos que me veo correr por la calle de la mano de desconocidos, que amo desde hace tres segundos, y que conozco desde hace menos de un año.
Y se me hace extraño todo este descontrol de personas porque, aunque yo nunca he sido muy dependiente de mis amistades, es raro que ahora mismo no me sepa el segundo apellido de mis amigos del día a día. No se, me choca.
La descripción de mi perfil cambia cada día, siento que no se quien soy, debido a ese motivo, y aunque puede llegar a parecerme divertido, cómico incluso, me gustaría que las cosas dejaran de correr por un momento, así que si te quedas, podemos tomarnos un café, dejar que se enfríe y quejarnos porque no nos gusta como sabe así. O si quieres podemos ir a casa y descansar de nosotros. Que me canso de hablar tanto.

viernes, 29 de noviembre de 2019

Estudiante de periodismo


Si queréis periodistas, aquí estamos y haremos ruido, todo el que podamos. Moveremos los sonajeros hasta que supliquéis clemencia, podréis reíros de nosotros, por jóvenes e ilusos, pero no nos haréis callar. Hemos visto el mundo y hemos visto qué no nos gusta. Nos pedís innovación y cambio. Queréis que arreglemos todo lo que se os ha roto. Pues aquí estamos, las nuevas generaciones, con ganas de lucharlo y ganarlo. Con ganas de intentarlo.

miércoles, 16 de octubre de 2019

Barcelona arde

Solo hay miedo y lágrimas en estas calles de Barcelona. En las ciudades de los alrededores, todos nos llevamos las manos a la cabeza y rezamos para que se detenga. El humo de las llamas cubre el cielo y por la mañana no se ve al sol salir. Una pesadilla que ya lleva días arrastrándose y parece no detenerse. 
En Cataluña, tenemos miedo. Somos un pueblo al que le duele el pasado, lucha por su presente y aspira a un futuro mejor. Pero aún así, estamos asustados. Muchos querrán independencia, otros muchos no, pero en el fondo todos sentimos igual. Queremos que esto acabe bien, y pronto, y sin dolor. 
Pero el dolor no se detiene, y cada vez va a más. ¿Cuán alto tenemos que subir las manos para que vean nuestra paz?, ¿Cuánto más tendremos que obedecer para que comiencen a oírnos? 
Yo no pido la independencia, yo no opino así, pero creo que pedir voz y voto no debería ser algo ilegal a día de hoy. Creo que si un pueblo entero pide a gritos algo, se le debe escuchar. Y si no se le escucha, si se ignora su voz, el pueblo al final se enfada. Y no me extraña, pero me apena. 
La noche pasada todos nos fuimos a dormir mirando las noticias, viendo como el corazón de nuestra tierra estaba siendo quemado. ¿Y ahora qué haréis? ¿Nos dejaréis hablar o tendremos que seguir gritando?
Yo solo lloro desde mi cuarto, en una ciudad lejana al peligro, con miedo de que todo esto vaya a más. ¿Puedo salir de casa sin sentirme insegura?

miércoles, 17 de julio de 2019

Llueve muchísimo

Como gritando. Las noticias dijeron que estaba tronando, pero a mi me parecía que estaban gritando.
Alguien muy enfadado en las alturas del cielo corría de un lado al otro, agarrándose fuerte el pecho, y llorando desconsoladamente. Así me imaginaba yo lo que estaba pasando ahí arriba.
Eso no era lluvia, me dije, eso era mucho más.
Tenía apoyada mi espalda a la ventana de la terraza, y el viento era tan fuerte que esta se movía, y en consecuencia, me movía yo.
Un viento tan fuerte que parecía que golpeara la ventana, como si pidiera entrar dentro.
Las gotas de lágrimas caían con la fuerza de agujas y con el tamaño de pelotas. Yo me escondía dentro de casa, por temor de perder un ojo si salía un momento fuera.
Cuando parecía que la cosa se estaba calmado, caía un trueno y todo empeoraba.
Os juro que alguien ahí arriba estaba gritando, llorando y pataleando.
Yo apoyada en la ventana, rezando para que esta no se rompiera y me cayeran los cristales encima.
Y arriba seguían llorando.